Una nueva edición de la Bienal Argentina de Fotografía Documental se vivió del 5 al 8 de octubre de 2016, convirtiendo por séptima vez a Tucumán en la capital de la fotografía. Con el eje curatorial en el concepto de «Independencia», hubo muestras, talleres, presentaciones, conferencias, foros de libros y profesionales de todo el mundo con el ojo atento a la mirada ajena. Pero sobre todo, hubo camaradería, encuentros entre fotógrafos amigos, entre maestros y alumnos, entre aquellos que, día a día, construyen los relatos en imágenes que constituyen nuestra historia. Una vez más, la Bienal se propuso como un espacio de cruces amistosos y cercanos en los que es posible debatir y reflexionar sobre la fotografía y su problemática desde un cristal testimonial, sus límites, su actualidad.
El comienzo de la séptima Bienal fue golpeado. El día de la inauguración, la fachada de la Casa de Tucumán amaneció llena de diarios lo que despertó la polémica entre los vecinos. Se trataba de la intervención artística del fotógrafo cordobés Res, “Una puerta y dos ventanas. Imagen del Bicentenario”, que proponía tapiar la puerta y las dos ventanas del monumento nacional con 1500 kilos de periódicos de circulación nacional, con las noticias de los eventos más relevantes de los últimos 200 años, concibiendo bloques de construcción como una estratigrafía de acontecimientos y documentos de la historia argentina, y con el objetivo de polemizar sobre cómo los medios pueden facilitar o entorpecer las emancipaciones.
La reacción del oscurantismo fue inmediata. Un hombre rompió de forma violenta todo el montaje, al grito de «a la Casa Histórica se la respeta». Sin embargo, el incidente solo dio más fuerzas para seguir. “Como las Independencias no se obtienen de regalo, sino que se las gana luchando y se las defiende, nosotros vamos a aprovechar este episodio para reflexionar con más fuerza y empoderarnos desde el arte de las imágenes para mirar al futuro y confrontar estas posiciones totalitarias”, dijo Julio Pantoja, director de la Bienal como respuesta al incidente. De repente, todo cobró otro sentido. Ya no había dudas que esta sería una edición para el debate, el análisis y el encuentro, incluso en las diferencias.
Pasadas las 5 de la tarde, la gente se agolpaba en la Casa Histórica, donde se realizó la inauguración con más de 40 fotógrafos invitados, de todo el país y de Brasil, México, Paraguay, Colombia, Estados Unidos, Chile, Bolivia. Además asistieron fotógrafos aficionados, estudiantes, amantes de la fotografía y vecinos curiosos que, llamados por el revuelo de la destrucción de la obra de Res, llegaron al emblemático edificio para saber de qué se trataba el festival.
En el acto se realizó la ya tradicional “foto de familia” en la que se retrató a todos los participantes de la séptima edición. Luego se proyectó en el patio de la Casa Histórica un video con el proceso de montaje de la instalación de la obra de Res, y su posterior destrucción, que se puede ver online con el título «Apoteosis de la Libertad».
Pisando la noche dio inicio el primer conversatorio de la Séptima Bienal. Pedro Meyer maestro mexicano y figura principal, dialogó con Julio Pantoja por casi dos horas en el auditorio del Centro Cultural E. F. Virla de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) sobre nuevas tecnologías en la fotografía y redes sociales. «Pienso que todas las tecnologías nuevas tienen una parte amenazante pero si se controlan se logran algo satisfactorio» y «nos tenemos que convertir en autodidactas, si no lo hacemos seremos los analfabetos de este siglo», fueron algunos de los dichos más llamativos del experto que presentó su muestra «Face to face”, donde presentó retratos de familiares, amigos y colegas, así como autorretratos, tomados especialmente para redes sociales.
Más tarde, en el mismo espacio se inauguraron las muestra «Casa Grande» del colombiano Jorge Panchoaga, «Origen» de Veronica Bellomo, «Archipiélago» de brasileño Cristiano Sant Anna, «Clases / Paraguay 2003-2013», de Jorge Saenz, «Relatos Camlpesinos» de Arena Documenta, «Qhapaq Ñan» de Sub Coop y «Transitando» de la tucumana Alejandra Uñates. Finalmente en Plaza de Almas, el público pudo ver las muestras colectivas «Independencias: Símbolos patrios» e «Independencias: Soberanía alimentaria».
El segundo día tuvieron lugar, como todos los años, las revisiones de portfolios. En esa oportunidad, 23 reconocidos fotógrafos se convocaron en el bar cultural «Plaza de Almas» donde pusieron su mirada profesional y crítica a disposición de jóvenes y no tan jóvenes fotógrafos en busca de segundas y terceras lecturas de sus trabajos. Como resultado, Rodrigo Claramonte exhibirá su obra en la Octava Bienal de 2018. Mientras que Felipe Aja Spil, Laura Gam y Melisa Scarella recibieron menciones honoríficas.
Los Foros de libros de fotografía, ya un clásico de la Bienal, propusieron a fotógrafos de todo el país salir del espacio virtual para encontrarse en el mismo bar y sumergirse en el mundo de las imágenes como objetos tangibles, palpables. Cara a cara, sin modelos armados, abierto al juego y al diálogo, el encuentro dio lugar a un rico intercambio entre colegas de libros, fanzines o publicaciones en cualquier forma física, o proyectos en desarrollo. Hubo espacio para compartir, contar la experiencia del proyecto y escuchar al otro en un ambiente ameno e informal.
Durante las jornadas restantes continuaron los diálogos entre fotógrafos para reflexionar en torno a la imagen y profundizar tanto en las obras seleccionadas en la Bienal, como en los distintos puntos de vista, reacciones e inquietudes de los protagonistas. Además siguieron las presentaciones de muestras como «Encuentro» de Juan Pablo Sanchez Noli, «40 años en 24 fotos» de Daniel Merle y «Tras la cuarta reja» de Pablo Toranzo.
El festival fue coronado con salidas fotográficas a Famaillá visitando el Sitio de Memoria ex CCD «La Escuelita» y el Paseo Temático Histórico del Bicentenario, y a Tafí Viejo, donde fotógrafos y asistentes visitaron los antiguos Talleres Ferroviarios.