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Conferencia:
Muestra de fotoperiodismo argentino, XVII edición

Gonzalo Martínez*

Es un gusto estar acá y agradezco esta invitación.
Para ponerlos en contexto, quiero contarles que la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) fue fundada en el año 1942, por la iniciativa de un grupo de 33 fotógrafos de diferentes medios. A través de los años, esta asociación civil se dedicó a la defensa de los principios éticos y profesionales del fotoperiodismo, y realizó una sostenida lucha para la vida en democracia, por la defensa de la libertad de prensa y el derecho a la información. Estos son nuestros principales objetivos.
En este momento, dentro de esta Bienal, es importante remarcar algunos hechos que estamos tratando de producir, desde la Asociación, como la Fototeca, cuya intención es brindar una herramienta más a la sociedad, construir una identidad basada en una memoria cultural colectiva. Es el aporte que los reporteros podemos ofrecer en relación a los distintos usos de la fotografía periodística argentina. Nos proponemos poner a disposición de la sociedad el conjunto de imágenes que conforman el archivo fotográfico documental de ARGRA. Reservando para sí la tenencia y protección del material, en tanto tenga en guarda ese material. Esto significa que no es dueña de las fotos, sino intermediaria entre los fotógrafos y los usuarios. Para ello, se profundizará en el desarrollo de la Fototeca con las cualidades necesarias para su acceso y uso, fundamentalmente, a través de nuestra página Web. La misma es www.argra.org y ofrece a los asociados y al público en general información sobre las actividades que realizamos.
La reciente Muestra Anual, la número 17, que a continuación vamos a proyectar, cuenta con la presentación de más de 100 fotógrafos y 320 fotografías seleccionadas por un comité editor de renombre, entre los cuales estaban Pablo Lasansky, Rafael Calviño, Gabriel Díaz, Eduardo Grossman, Daniel García y Ricardo Alfieri.
Quiero destacar que, en los últimos años, ARGRA ganó un espacio de reconocimiento dentro del concierto nacional e internacional en virtud del ejemplo de organización y lucha puestas de manifiesto en la denuncia, investigación y condena del asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas. ARGRA ha sido la primera asociación civil en ser aceptada como parte querellante en un juicio penal, al considerarse damnificada por las especiales condiciones en las que fuera asesinado un asociado, sentando un elemento de peso en la lucha por el acceso a la justicia y a la lucha contra la impunidad.
También vale la pena mencionar la destacada labor cumplida por sus asociados dentro del campo popular. Ejemplo de ello: las fotos que facilitaron con sus testimonios el esclarecimiento de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, ocurridos el 26 de junio de 2002; Pepe Mateos, y otros tantos reporteros autores de las imágenes de este caso. La denuncia a la represión desatada entre el 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Plaza de Mayo, mediante la elaboración de una muestra colectiva de bajo el título Días de furia.

El valor de nuestra obra
Quería hablar, ahora, de lo que también he escuchado decir a Don Rypka: de esa especie de desolación, si se quiere, de desgaste en lo que son las intenciones de los reporteros gráficos en cuanto a cómo modificar algunas cosas.
Sobre esto, creo que la diagramación y la puesta en página son los espacios que, en este último tiempo, más han ganado en el periodismo. Pienso que nuestra profesión tiene algunos problemas que tenemos que empezar a replantearnos. Cuando nuestras fotos aparecen en los diarios y en las revistas, el nombre del autor se pone perdido en un rincón, junto a la imagen, porque así lo dispone la ley. A veces, ni eso: no hay nombre. La cultura, en general, no nos reconoce como autores. La firma de verdad siempre es para quien escribió el artículo, la imagen sólo lo acompaña. No hay más que ver en los diarios nuestros nombres perdidos, encogidos por la tipografía, al lado de la tipografía en mayúsculas del que escribe. Insisto: considero que es un problema de cultura ya instalada, no critico a nadie en particular, menos a mis colegas periodistas o reporteros.
Somos propietarios legales pero no tenemos un ojo propio de autor, según dice la costumbre. La imagen es presentada como ilustración secundaria del texto del periodista de turno. Esto no sólo se percibe en los diarios. La mayoría piensa que los textos son más importantes y complejos que las fotos. Parece que sólo el que sabe dar forma a la complejidad de las palabras merece ser considerado un profesional identificable y reconocible. Nosotros, no somos autores.
Esto es rarísimo, digo: muchas veces sentimos que la foto es más poderosa que el texto, que la foto es filosa, no deja dudas, no se disuelve en la inmediatez. El texto, por su naturaleza, pierde su instante con explicaciones, causas, sinónimos y metáforas. La foto esconde al que la hace. Nos esconde y esconde nuestro trabajo, nuestro ojo.
Nuestras propias fotos están tan en contacto con el instante que refuerzan los prejuicios de la cultura. La cultura da valor a lo que no pierde sentido con el tiempo: a los libros, que duran, a las cosas que considera como eternas, o casi. Y nosotros trabajamos, desde el fotoperiodismo, con el instante. Lo mejor de nuestro trabajo nos juega en contra. En las fotos, la gente no ve a su autor, salvo mamá o aquella tía cholula que busca nuestro nombre en esa tipografía diminuta.
El autor de una foto deja en ella un registro visual, pero ese registro casi nadie lo observa en cada detalle. Por eso ve el instante, no la eternidad. No es raro, entonces, que no se nos considere autores. La foto, por su naturaleza, refuerza estos prejuicios. No pretendemos modificar estas tradiciones tan arraigadas.
Por esto mismo, sólo en muestras como éstas se permite ver nuestro trabajo de un modo único, sin prejuicios, con plena libertad, sin censuras, como no se puede presentar en ningún otro lado. Estas muestras dan valor a nuestra obra como algo que vale por sí mismo, sin palabras, con prestigio propio, con autores. Sólo en un evento como este el instante se convierte en memoria. Incluso para los que no vieron la imagen en ese momento. La imagen no es sólo ese instante, es también su posibilidad de perpetuarse.
Por eso, cuando nos juntamos en la muestra anual, se libera todo el poder del fotoperiodismo. La imagen aparece sin texto que decida su sentido. Acá lo ilustra. Y por eso las fotos dejan hablar también a los que aparecen en las fotos, sin trabas. El que se detiene, observa, imagina su propia mirada. Sólo encuentra la ayuda de la leyenda que indica el suceso, la fecha y el autor.
En la muestra del comienzo de los años 80, en plena dictadura, todas estas características no necesitaban ser explicadas. La censura había sido legal. Siniestra. La ARGRA tomó la decisión muy riesgosa entonces, de manifestar más fuerte que nunca todas estas libertades éticas y profesionales del fotoperiodismo a través de sus muestras.
Desde la Comisión Directiva que hoy integro intentamos que nuestros objetivos sean metas. La muestra es una de ellas. Empezar, mejorar nuestras metas, para que cada socio encuentre alguna representatividad clara en la asociación, para llevar adelante proyectos colectivos o individuales. Nuestra modesta intención es materializar una cultura, como elogio a la sombra y a la luz, pero por sobre todo a la memoria, al documento.
Hay muchas salidas, pienso yo, más allá del fotoperiodismo. Existen nuestros cuentos, existen nuestros relatos, es importante pensar que en medio de toda esta globalización y mediatización hay siempre algún lugar donde encontrar una luz, donde encontrar un camino nuevo para empezar a elaborar un lenguaje. Creo que Internet es una de las grandes posibilidades que hoy se plantean. Nosotros, a través de la página de Internet, que ahora está en marcha, estamos tratando de lograr esa federalización. Estamos trabajando para que esta muestra anual no sólo sea una muestra en gran proporción de fotógrafos de Buenos Aires, sino para que sea, verdaderamente, una muestra de los reporteros gráficos de la Argentina.-

* Gonzalo Martínez es presidente de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). Nació en 1959 y se inició profesionalmente como fotoperiodista en 1989 en el diario El Nacional de Caracas, Venezuela, donde estuvo radicado. A su regreso, trabajó como editor de la revista Humor, luego como fotógrafo del diario Perfil y desde 1999, en Página 12, donde actualmente es subeditor. En 2002 editó el libro Episodios argentinos, referido al 19 y 20 de diciembre, junto con otros cuatro fotógrafos. Es coordinador del taller de fotografía Los ojos de la isla, taller de chicos que conviven con la violencia. Es becario y fotógrafo permanente en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que dirige Gabriel García Márquez.

Nota: Estas palabras dieron forma a la conferencia brindada el 24/08/06 en el Auditorio C.C. Virla. Su transcripción no tiene más pretensión que compartirla con quienes no estuvieron allí o quienes quieran volver a disfrutarla y conservar un registro de ella.

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